miércoles, 3 de noviembre de 2010

Costumbres y tradiciones de Pocosía: La Diciémbrica

La oculta y modernísima civilización pocosíaca celebra su festividad más importante coincidiendo con las fechas de nuestras navidades. Casualidades de la vida. Pocas cosas más son similares.
Celebran la llegada del invierno de manera carnavalesca y desenfrenada, comenzando hacia el 22 ó 23 de diciembre y llegando a durar, según los años, hasta finales de marzo, comienzo de primavera.
La embriaguez en generalizada y las muestras de simpatía y cariño, profusas.
La Diciémbrica es la fiesta más similar al perseguido y deseado edén posible. Ese anhelado estado edénico de la humanidad, liberada de cargas de trabajo y otras penalidades, se reproduce en la diciémbrica de la manera más aproximada.
El frío se combate con Bastalla Nevada, famosa bebida psicotrópica elaborada en altas cumbres himaláyicas. Su elaboración incluye un largo proceso de caída continuada de nieve sobre sus extractos y mostos, al menos durante tres o cuatro siglos, para que adquiera las fabulosas propiedades que vamos a exponer. El currado resultado sabe suave, sube fuerte y no tiene bajón. Puedes beber litros y litros de bastalla al día sin explotar, y además de completamente inocua, es nutritiva y te deja el pelo sedoso y suave.
Pero la propiedad más constitutiva y alucinante es la de provocar deflagraciones iónicas de colores que emergen de los cuerpos de los consumidores.
Henchidos de bastalla y alegría, los cuerpos de nuestros simpáticos Pocosíacos y allegados varios, se iluminan con luces de colores, emitiendo una radicación calentita que ha permitido incluso que la ropa de abrigo sea un vestigio prepocosíaco.

El resultado de tan curiosa reacción bastállica es una especie de discoteca benigna andante que contagia ganas de apuntarse a la fiesta y prorrogarla conjuntamente, sin apenas fin.
Con las semanas, la bastalla va haciendo más y más efecto, y es famoso el caso del ejemplar bebedor bastállico Diprosio Fotón, que como a Obélix, se le ha quedado la emisión iónica de colorines permanentemente en activo.

Es tradición servirse éstos días de las utilísimas Bangourmets. Son unas bandejas multicolor que gracias a sus dispositivos ciberfusiónicos y teleabastecedores, nos aportan un menú alimenticio diferente y acertando el gusto del consumidor.

Válidas para unas doscientasmil comidas completas, nos es necesario limpiar los platos y cubiertos porque milagrosamente la bangourmet los recoge y se los lleva, se autolimpian y lo que es más milagroso aún: la bangourmet se repliega y se repliega hasta ocupar un espacio de un centímetro cúbico. La gente se la lleva siempre detrás claro, se hace tan pequeñita y va tan bien.

Pronto, muy pronto, tan pronto como sea posible, tendremos todos bangourmet gratis. Claro que sí. Y digo bangourmet en representación de toda la ciencia y tecnología pocosíaca eh, que toda la androídica fusiónica pocosíaca está ahí no lo olvidemos. Y es de todos, hombre. Faltaba más

26 Diciembre 2005

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